Las cartas vienen plegadas, al menos la mayoría de ellas (texto)

Texto escrito por Equipo re para la exposición Ensayos sobre lo cutre. Lecturas del Archivo Miguel Benlloch. Publicado en el catálogo.


– La correspondencia hace posible otra temporalidad y la superposición de quienes se corresponden. Un posible viaje al pasado, presente, futuro… Un pasado espectral que nos acompaña en el presente, en vista de múltiples futuros posibles. Futuros posibles, y una brecha -¿acaso un pliegue?- para ficcionar, imaginar, soñar. Una otra espacialidad, circulando desde lo doméstico, lo íntimo, y dándole un lugar político que se enlaza con el afuera y aquello que llamamos naturaleza. Correspondencia como desborde de sí, de la propia identidad. 

– El pliegue tiene potencial de afectación. Al menos en un papel, su capacidad de afectar es palpable. Si lo plegamos y lo volvemos a extender, podemos devolver al papel la mayoría de sus características previas, pero podríamos tocar la marca, la huella, la cicatriz del pliegue. ¿Cuál es la huella de los pliegues que hacemos con nuestras identidades? ¿Son quizás cicatrices? ¿Y del ejercicio de desidentificarse? Una vida vivida es aquella que reconoce sus pliegues. 

– Las cartas vienen plegadas, al menos la mayoría de ellas. A veces guardan secretos en sus dobleces y nos piden hacer el gesto de desplegar. Y, casi siempre, una carta ya nos dice cosas antes de ser desplegada. 

– Un sobre también se compone de pliegues que son lo que lo llevan a ser un contenedor; lo llevan de ser una superficie de dos caras a una unidad de múltiples caras; lo llevan de ser pura superficie a tener exterior, interior y espacios intermedios; lo llevan a poder estar entreabierto; lo llevan a poder tener una parte pública y una íntima. El pliegue transforma y se hace parte de la correspondencia, ¿cómo podemos escucharlo? 

– Te vemos plegar el cuerpo, hacer pliegues en el cuerpo y jugar con sus políticas, te vemos sumar pliegues externos y ser otr+s, tejiendo capas de sentidos. ¿Cómo disponer, plegar y desplegar esas capas en sonidos? Máquinas, objetos en movimiento, brisa, agua, ramas al viento, fuego, flores, pasar de páginas como música de fondo. Lo íntimo, lo personal, lo colectivo, lo político y lo poético transformados en sonido. ¿Cómo interpela, qué engranaje es?

– Hay en los (tus) continuos actos de pliegue, despliegue y repliegue, una crítica a los modelos identitarios, una operativa, una nueva representación en fuga que se escurre como el agua entre los dedos de las manos. Se recibe en ellos una fiesta de la diferencia, se levanta la empatía, una posibilidad de coexistir, cohabitar y encontrarnos en otr+syyo

– Porque no se trata tanto de explicar(se), como de implicar(se). Se trata también de replicar(se). Nos movemos en circuitos de un 

«plicar». Plicar» que en su raíz etimológica es «plicare»: doblar, hacer pliegues. Y te escuchamos «plicarte», «plicarnos». 

– También están las capas, que además son colores. El color no meramente como un componente visual, sino como un enunciado político: el rojo, el verde, el blanco, el violeta, de vez en cuando un amarillo, el gris del metal, el plata, el marrón de la tierra y la greda, el azul, el rosa, el oro y el dorado. Como banderas, como discurso, como memoria propia y colectiva, como un esfuerzo por unirte a esas luchas que no se pueden abandonar y que parecen no ser siempre las tuyas, las nuestras, pero lo son. Claro que lo son.

– ¿Qué es lo que nos configura? Hablamos desde la necesidad de dar respuesta a esta pregunta articulando micropolíticas con macropolíticas; desde un lugar que reconozca la interdependencia y la imbricación con otras realidades, humanas y no humanas. Nuevamente «otr+syyo», que es reconocernos en relación, en vinculación a lo que nos rodea, incluso con lo que no percibimos. 

– No podemos plegarnos sin plasticidad. Desde la rigidez nos quebraríamos, no sería posible llegar a esas otras formas. Nos dividiríamos. Hace falta contar con esa capacidad de doblarse y desdoblarse que nos permite fluir y escapar a los intentos de codificación. Hay allí un camino infinito de pliegues que no cierran, que generan aperturas y cobijos. Podemos jugar un cadáver exquisito y darnos el tiempo para la escucha.

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